4 de octubre de 2011

Niño Bien

Entramos en esa casona antigua transformada en disco electrónica y nos perdemos bailando tras algún pilar. Acerca su boca a mi boca y cuando está a punto de rozar mis labios retiro mi rostro. Sé que ese juego lo enloquece.
Luego su auto, y de pronto algún mirador del barrio alto. Nos desnudamos en el asiento trasero. Me sorprendo de su hermoso y bien dotado cuerpo. Me dice que no haremos nada que yo no quiera, que podemos ir con calma, pero calma no es lo que yo siento. Luego entra en mí y en un vaivén acompasado disfrutamos de ese morbo excitante que generan los ruidos y luces de la calle. 
No noto nada extraño durante el encuentro, pero él decide decírmelo: -Desde que terminé con mi polola hace un año y medio, no había estado con nadie...ella fue mi primera mujer-. No sé si sentirme halagada o si salir corriendo, en un segundo una aventura casual se transforma en un hito de cambio de paradigma o en un mar de inmoralidad culposa, no lo sé.
La inexperiencia la dejó ver después, con llamadas para preguntarme si tomaba anticonceptivos y si estaba segura de que el condón había funcionado bien. Luego, para pedirme una cita para explicarme por qué no quería volver a salir conmigo. ¡Qué ternura!, al fin y al cabo, era un hombre respetuoso. No sé si le habré generado un trauma o si definitivamente contribuí a que aprendiera a gozar de la vida.

Desvergonzada Karen

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