24 de abril de 2011

La Vida te da Sorpresas...



Ese día yo andaba prendidísima: era viernes, 23:00 hrs; había tenido un ensayo al otro lado de la ciudad y luego una fiesta ochentera. En medio del bailoteo en que meneaba la peluca fucsia de mi disfraz, me llama Alex: - “estamos en la Maestra, vente pacá"...


Alex me presentó a Alfredo y en menos de una hora terminé bailando como jamón del sándwich entremedio de ambos, demasiado cerca para respirar. Luego nos fuimos al Bella, y  Alex terminó devolviendo el vodka en el baño de un bar.

Alfredo estaba obsesionado con las pecas de mi escote, no pudiendo evitar introducir sus dedos en el invitante espacio. Luego de dejar a Alex en su casa en calidad de bulto, Alfredo me invitó a la casa de sus padres donde se quedaba. Era una casa de clase alta en un barrio demasiado acomodado y tenía alarmas con clave que hacían difícil tanto entrar como salir de allí. Debí fijarme en ese detalle. Dijo que la condición para quedarme con él era que me fuera cuando él quisiera...no tomé el peso a sus palabras. 

Una vez en su pieza, comenzamos a besarnos y quitarnos la ropa. Alfredo tenía un cuerpo precioso, con los músculos marcados. El problema ocurrió cuando quise ponerle un condón, y empezó la discusión. Alfredo no accedía de ninguna manera a tener sexo con condón y yo no accedía de ninguna manera a tener sexo sin condón. La embriaguez de él, sumada a la calentura, lo hicieron ponerse brutal en su postura, al nivel de insistir físicamente, llevándonos a un forcejeo de por lo menos un par de horas. Cuando rendida me daba vuelta, empezaba a rozarme por detrás, e intentar introducir su pene en mi carne a como diera lugar. En algún momento accedió a que le pusiera el condón; sin embargo al intentarlo perdía su erección. Comenzaron las palabras: -“¿Y yo como sé con quiénes te has acostado tú?”-,  -“Yo estuve dos años con la misma persona, no sé si tú pasarás de cama en cama. ¿Con cuántos has estado tú?”, etc. etc. etc. Yo quería irme de allí, pero él insistió en que durmiéramos juntos. Al final nos quedamos dormidos. 

A la mañana siguiente desperté mucho antes que él, me vestí con la intención de arrancar, pero no sabía cómo abrir la puerta con clave y no quería encontrarme frente a frente ni con los padres, ni con la nana, ni con alguna otra persona que viviera allí. La situación era desesperante. Le desperté y se molestó de verme vestida. Me dijo que no me dejaría ir y comenzó a sacarme la ropa. Entonces sentí que la única manera de salir de ese lugar era acostándome con él sin usar condón. Lo dejé que me usara: que me desvistiera, que se pusiera sobre mí, que me lo metiera y acabara dentro mío. Luego me limpié, me vestí y le pedí que me llevara a la puerta. Recién allí accedió, me llevó hasta mi auto, y se despidió muy cálido y cariñoso. 

Una vez en el auto descubrí que no tenía idea de dónde estaba. Ya eran las diez de la mañana y por pura intuición llegué a mi casa. Me sentí podrida por haber hecho algo que no quería, dormí un poco y luego comí algo; me vino una sensación de acidez espantosa, tuve que tomar un agua de hierbas y dormir el resto de la tarde.

Luego de aquella vez me hice una promesa a mí misma: -Nunca más me voy con un hombre ebrio. El sexo es muy placentero cuando te cuidas; esta vez la pasé definitivamente mal por no hacerlo. Pero ¿Qué diferencia el 'acceder obligadamente' de ser violada? No lo sé. Sólo sé que para disminuir el grado de exposición, no hay que meterse con gente ebria, ni en lugares desconocidos.


Desvergonzada Karen

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