24 de junio de 2011

De beber con el estómago vacío




Ciertamente que sabíamos que no era bueno tomar ron antes de que la carne estuviera lista, pero la botella y los vasos estaban ahí y la carne no. A eso del primer vaso ya estábamos jugando con las longanizas y sacándonos fotos de las que probablemente nos arrepentiríamos.


Los hombres tomaban cerveza y nos miraba con desaprobación, tres mujeres borrachas se reían de su mal humor.


A eso del segundo vaso una cayó de cara al inodoro. Por supuesto, las tres entramos al baño. Mientras ella vomitaba nosotras dos nos reíamos y tratábamos de hablar bajito. Hasta que ella pasó detrás mío en el estrecho baño. Comenzamos a movernos, reirnos y mirarnos, sus manos se perdieron entre mi ropa. Mientras, la otra seguía vomitando. Nada sabía de nosotras.


Tocaron la puerta, saltamos y sonreímos. Era el marido de la más afectada, se la llevó al jardín. Cerramos la puerta con llave y continuamos sin ningún pudor. La besé y dejé que mis manos se movieran libremente, la llevé al suelo y ella se dejó… besar, dominar, tocar.


Salimos del baño y la carne estaba lista. Ninguna de nosotras comió. Los hombres nunca nos perdonaron.


Unos meses después la volví a ver, estaba embarazada. Le pregunté si era mío, me aniquiló con la mirada. Supongo que no. Por esa misma fecha les entraron a robar. Se llevaron el notebook con todas las fotos. 


Aún no las he visto en Internet.


Desvergonzada Amparo

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