5 de marzo de 2012

Caos en la Cocina / Too graphic


Resbalaba en el piso de la cocina, mis huellas quedaban marcadas como pisadas furtivas brillando en la luz del amanecer. Reíamos.

Horas atrás decidiste quedarte. No implicaba nada, pero sentí algo molesto en el pecho. ¿Un aleteo de pájaro? Sea lo que fuere, me apretaba. Tuve que aceptar que durante tu ausencia no había dejado de quererte; cosa muy difícil según dicen quienes te conocen.

Alegué contra las luces prendidas, y apagué varias. "¡Qué bueno, luces apagadas para descansar la vista!", dijiste tú, y te metiste conmigo a la cocina obscura. Te apoyaste en el mesón exhibiendo esa sonrisa tuya. Me contaste historias. Me hablaste de música y películas. Hablamos de cuán la raja era ir al galpón, al Mefisto, de gatos locos, de arreglar llaves del agua. De sentimientos, familia y amigos. De magia.

Pero en un momento, sólo se escuchaba el sonido que mis dedos hacían en la copa.

-También te he echado de menos- dije mirándote en la obscuridad, continuando la conversación que comenzó entre besos la luna anterior. Te abracé descansando mi cabeza hacia un lado cerca de tu hombro, escuchándote latir... Tú no solo me abrazaste, te dejaste ir. Acercaste tu nariz a mi cuello, despacio, y comencé a sentir el cambio en el ritmo de tu respiración. Los besos que recibí con mi cara entre tus manos se tornaron en una experiencia sublime al sentir el encaje de las bocas, la profundidad de las gargantas, el grosor de las lenguas. Respirar el aire que respiraste. Mi cara en tus manos: para mí, el nirvana, o el solaz maravilloso de la muerte. Sólo eso y ya era inmensamente feliz.

Al quitarte la polera, tu pañuelo cayó sin que lo notaras. Sacaste mi blusa y lo que seguía; mirándome, acesando; pero me asusté y comencé a vestirme. No estábamos solos en la casa.  -¡¿Qué está haciendo..?!- me retaste al verme vestir. Seguimos tocándonos, y estabas tan duro y tibio que era imposible prescindir de ti...luego de lamer y morder tus orejas lentamente, con la punta húmeda y las papilas henchidas me deslicé hacia tu cuello inmortal que amo, y a tu  pecho, dibujando los contornos...acariciarte y ver tu boca exquisita en fuerte éxtasis preeliminar, mientras las huellas de tus dedos largos quedaban repartidas por mi, hicieron que me rindiera rápido. Abrí tu cierre con todo el cuidado que nuestros estertores permitieron.

Tupido bosque sobre tu piel blanca, tu desnudez resulta agobiante y bella. Mis labios necesitaban el contacto de esa piel tuya, la más rosácea y turgente, que se manifestaba de modo que te produciría serios problemas de ese tamaño en la vida cotidiana. Bajé paseando mi lengua y deteniéndome bajo tu ombligo hasta flectar mis rodillas frente a ti y poner la ardiente punta en mis labios...dios, universo, cuánto lo deseaba. Rozar tu glande una y otra vez, de un extremo a otro de mi boca, de comisura a comisura, lenta pero continuadamente, respirándo sobre él, sintiendo los leves cambios de temperatura, sintiendo como luego al tenerlo dentro de mi boca manaba un sabor dulzón, rozando las venas bajo la carne con la superficie de la lengua adentro y afuera, hizo que entre mis piernas el líquido avisase cuan lista estaba...

Todo tu cuerpo responde tan bien, que me siento dueña de la situación por un momento. Revuelves mi pelo con tus manos, acaricias mis hombros y mi pecho. Sorpresivamente me agarraste con fuerza y casi me sentaste en el mesón frente a ti. La mezcla y la presión de las piernas y el frotagge hicieron imposible que no gimiese...ya no podía parar, el aire que exhalaba se llevaba mi voz en un sonido que reflejaba los humores de los cuerpos...de pronto, quisiste tocarme más, y mientras me besabas con salvajismo, sujetabas una de mis piernas arriba. Sin penetrar completamente, tus dedos dibujaron espirales bajo el monte de venus, ese lugar escondido, mojado...haciendo que me fuera una primera vez.


Me tomaste desprevenida y me diste vuelta con un movimiento brusco de tus enormes manos; y respondo con la coordinación los pájaros en las bandadas. Por un instante esperé la penetración por detrás con un sonido atrapado en mi garganta, pero me sorprendí al sentirte más abajo, queriendo entrar, resarciéndote...metí mis dedos en ese enredo para tocarte, y tomaste un ritmo insano que hizo que al sentir como crecías dentro de mi y tirabas de mi cuerpo mientras me acariciabas, me fuese una segunda vez sin confesarlo, y luego una tercera. Mi boca exhalaba placer...

Podría seguir describiendo los momentos, las penetraciones, las divertidas dificultades, los vasos que cayeron, las hierbas esparcidas por el suelo, los fósforos perdidos, tus dedos apretando mis caderas o  mis pezones con desquiciada dulzura, o cómo al salir de mi...pero sólo diré que mis huellas quedaron marcadas en el piso, y que reimos por eso más que nada gracias a la luz, que aún era tenue azul translúcido del amanecer...de otro modo, el espectáculo era francamente desastroso...sin mencionar un tanto asqueroso. Mis pisadas no estaban marcadas precisamente en agua...xD

Desvergonzadísima Isabel

1 comentario:

Anónimo dijo...

que buenas imagenes...y se nota que se le quiere, ese tiene suerte.

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