4 de enero de 2013

Rucio Cachetón


A mis inocentes 15 años fuimos de visita donde unos tíos que trabajaban en una viña. Le caí tan bien a la suegra de mi tía, la señora del capataz, que me invitó a pasar unos días con ellos. Le pedí permiso a mi papito, que increíblemente dijo que sí.  Ahí estaba yo, pasaba los días aprendiendo el proceso de la viña y tejiendo pañitos en el corredor de la casa. En eso, llegó un tipo en un auto blanco a toda velocidad. 



Frenó a lo bruto, y pensé -ay, que weón-. Bajó el vidrio y lo vi.
 - ¿Que se le perdió Pablito?- se escuchó a mi espalda. Se bajó del auto un rucio lindísimo. Me miró curioso, pero yo no lo pesqué. Cuando se fue, mi tía Nona me dijo: - Harto que la miraba el patroncito... -.- Nada que ver nonita - le dije yo -es un viejo pesao-. Ese día, el patroncito pasó como 5 veces más por ahí, en camionetas, motos, tractores...todo lo que tenia ruedas. Él pasaba manejando y yo tejía y tejía.

Ese mismo viernes se celebraba la semana del pueblo donde hacían unas fiestas a todo trapo con rancheras, cumbias, y cuecas; harta gente, comida y rucios ¡¡¡que manera de haber rucios!!! Y vamos bailando no más, rancheras pa' llá y pa' cá. Hasta que llegó otro rucio y me sacó a bailar.


Se llamaba Sebastián. Sus ojos azules eran impresionantes, sus colmillos blanquitos brillaban al sonreír, su olor a Polo Verde, sus mejillas rosaditas, la camisita cuadrillé, todo un galán... ¡y yo ahí, todo lo que es impactada! Resulta que este chiquillo era primo de Pablo, el otro rucio. Entre baile y baile, me hacía reír con sus tonteras.


En una de esas, me pidió que lo acompañara a su camioneta a buscar algo. Apenas llegamos, me estampó un beso que recibí gustosa, y me prometió amor eterno al tiro... Al entrar a la fiesta uno de sus primos nos casó en un chiste de ceremonia en medio de rancheras, a lo que todos gritaban ¡¡¡A la luna de miel!!! Llena de nervios, pensando en que lío me estaba metiendo, miré a un costado y mi familia me estaba llamando para irnos, así que fui salvada por la campana...cuando llegué a la casa, no podía dormir de la emoción.


Al otro día el desfile de camionetas, autos y motos fue aún más evidente. Me fui a caminar por un bosquecito y llegó a mi lado un rucio...era Pablo. Ahí estuvimos conversando, pero yo era una pendex de colegio, no tenía mucho que contar. Llegó el Seba, se tiraron un par de garabatos en buena onda, y se fue el Pablo. Nos quedamos al borde del bosque conversando y hubo unos besitos por aquí y por allá, pero nada más. Los días siguientes me las pasaba entre el Seba y el Pablo saliendo y bailando. Me gustaban los 2: Seba era jugado, me traía flores, chocolates, olía rico. Pablo era muy serio. Totalmente opuestos.


Terminó el verano, y un tiempo después tuvimos nuestro encontrón con Seba, que se promocionaba como "el potro más potente de la sexta región"... Llegamos al lugar elegido, nos tomamos unos traguitos, conversamos de la vida y me pidió un masaje. Yo toda preparada se lo dí en ropa interior, tirando toda la carne a la parrilla. Froté su cuerpo pálido con los aceites perfumados, la cama daba a una ventana enorme donde chocaba la lluvia con furia. Terminé abajo del Seba, él torpemente quitando mi sostén, súper agitado; yo emocionada.


Tomó mis pechos desbordantes, mientras yo lo buscaba como gata en celo. Él sacó mi calzón bruscamente, y su calzoncillo salió volando por el aire...yo estaba preparada para recibir esa daga prometida, pero apenas se acomodó ¡ACABÓ! ajajaj él poh, el POTRO...Comenzó a excusarse de lo inexplicable mientras a mi me daba un feroz ataque de risa...me paré digna, me fui al baño, aparecí vestida, y él pedía otra oportunidad, otra oportunidad. Le dije NO, esta ERA tu oportunidad, y me fui. Ahí quedó "el potro más potente de la sexta región"... ¡no era más que un RUCIO CACHETÓN!


Y bueno, lo del Pablo... quedará para otra ocasión <3.


Desvergonzada María Antonieta

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