San Pedro me parecía el mejor lugar para carretear y buscar un buen polvo con un mino rico. Con esa mentalidad compré el pasaje, y la misma noche que llegué me fui con el primero que me eligió -corresponde decirlo- sin poner mucho filtro.
El tipo era un hare krishna flaco, blanco y hippie. A mí en ese momento me pareció bastante atractivo. -“Amiga, yo tengo un colchón, puedes venirte conmigo”-. Me encantó que no tuviese rodeos para decir las cosas. Finalmente fuimos a la casa donde yo me hospedaba y allí recién comencé a notar ciertas irregularidades.
El tipo me preguntó diez veces mi nombre y cinco veces si aquel lugar era un hospedaje; curiosamente no retenía ninguna de mis respuestas a sus preguntas. Al principio le repetía lo mismo pero después empecé a jugar a dar una respuesta distinta cada vez. No se daba cuenta de nada. Luego me contó de su pasado de adicto a la coca, y de cómo se rehabilitó en una comunidad hare krishna, acto seguido empezó a intentar convencerme de que siguiera su camino espiritual hablándome de sus dioses y cantando.
El sexo fue de lo peor, el hombre no llegaba nunca al orgasmo y a mí las pasiones se me habían ido apaciguando con su evidente daño cerebral. Pese a que la fricción ya empezaba a dolerme, él insistía y me pedía otro condón. Le mentí señalándole que no tenía más.
Al día siguiente se bañó sin recordar en qué lugar estaba y se fue sin retener mi nombre. Por fortuna para mí dudo que al encontrarnos face to face pudiese recordar mi cara…
Avergonzada Carla
Avergonzada Carla
2 comentarios:
Pucha! a aprender de los errores y poner un poco más de filtro ;)
Te entiendo totalmente, a veces "la necesidad tiene cara de hereje" y una de caliente se mete con cada persona...
Publicar un comentario